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  • Gratitud

    Gratitud

    Hace más de un año que en el Ecuador empezó la alerta del Coronavirus COVID19 y nos vimos obligados a aislarnos. Algunas personas estaban en sus hogares y otras no.  Sin importar donde, no podíamos salir. Fue el inicio de una nueva dinámica de vida y una transformación a nivel mundial que el día de hoy continúa.  Científicos en todo el mundo se han esforzado para sacar adelante una o varias vacunas que puedan dar alivio a la situación que estamos viviendo. Como en todo, hay grupos a favor y en contra por muchas razones válidas para ambas partes.  Está claro que todo el 2021 será un año para experimentar los resultados de la vacuna y quizás un alivio para el próximo.  Eso está por verse, mientras tanto, la guardia sigue: uso de mascarilla, distancia social, desinfección y en lo posible aislamiento.  Quién diría que al salir el día de hoy ya no podríamos ver las caras de las personas ni su lenguaje facial pues están detrás de una mascarilla. Quién diría que para entrar a muchos lugares te medirían la temperatura, te desinfectarían y entonces podrías seguir. Quién diría que entretenimientos masivos como el cine, conciertos, bares, etc., iban a disminuir drásticamente si no es del todo, para evitar contagios. Quién diría que los negocios de turismo estarían al borde del colapso y estarían en búsqueda de ideas para reinventarse y poder aguantar un poco más. Quién diría que el mundo se abriría oficialmente a una nueva modalidad de trabajo a distancia o teletrabajo, donde no importa con quien estés compartiendo, cuántos hijos tengas, qué tan grande sea tu espacio, tienes que adaptarte y buscar la manera de salir adelante.  Quién diría que este año pasaría tan rápido y que el sosiego con el que vivíamos hace una año, hoy, sea un aprendizaje de adaptación, perseverancia, tenacidad y respeto a la vida, a las normas establecidas, al prójimo.

    Con este preámbulo, quiero compartirles que hace un año atrás, no precisamente en nuestro hogar pues como les mencioné en algún escrito anterior, la pandemia nos atrapó fuera de nuestra ciudad, acepté dos desafíos espirituales. Ambos encaminados a profundizar en el descubrimiento de nuestro ser interior, nuestra conexión con nuestro creador, la infinidad de posibilidades que existen en nuestro alrededor y que están ahí para nosotros, y la capacidad nuestra para abrirnos a esas posibilidades y permitirnos vivirlas y sentirlas.  Hoy, haciendo un «STOP» y revisando mis notas, me encontré con una lista de todas las personas que de alguna manera han estado a lo largo de mi vida y a quién quisiera decir «GRACIAS», gracias porque en su momento marcaron mi vida,  me acompañaron, me escucharon, me guiaron, me desafiaron, me descubrieron, me acogieron, me hicieron reflexionar, estuvieron ahí para mí en diferentes hitos de mi vida, compartimos momentos especiales, compartimos experiencias inolvidables, compartimos etapas de vida, compartimos alegrías y tristezas, sembramos recuerdos, sembramos relaciones, sentimos, vivimos, gozamos y tantas cosas más. 

    Hoy revisando esa lista pude revivir cada uno de esos momentos y decidí nuevamente caminar por esa línea de recuerdos con todo el deseo de asegurarme que no me haya olvidado de nadie.  El objetivo del año pasado fue escribir 50 nombres, el día de hoy llegué a 88 y sigue subiendo. Qué lindo sentimiento el saber que siempre han habido ángeles cuidándonos y guiándonos en nuestra vida. Qué lindo sentimiento el comprender que una relación buena marca la diferencia, y aun cuando la vida te lleva a vivir nuevas experiencias, tú sabes que esas personas siguen ahí  y que siempre estarán en tu corazón. Qué lindo pensar en este último año y poder agregar varios nombres en esa lista, porque dentro de las circunstancias, se siguen presentando personas maravillosas dispuestas a caminar junto a ti. Qué linda experiencia el poder revivir aquellos momentos por los cuales puedo decir GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS simplemente por ser parte de mi vida, parte pequeña, parte grande, etapa corta, etapa larga – no importa, GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS y MIL GRACIAS.

    Los invito a regalarse ese espacio y a hacer su propia lista. Los invito a vivir esos momentos valiosos de gratitud y a recordar que cada experiencia que tenemos es parte de nuestro camino de autodescubrimiento. No importa lo que hayamos vivido, estamos aquí para aprender, para compartir, para entregar, para servir. Cada experiencia que hayamos tenido es parte de ese camino que nos permite ser quienes somos y nos permite tomar la siguiente decisión. Está en nosotros el decidir por qué camino seguir y yo escojo el de la GRATITUD.

    Fotografía: San Lorenzo, Manabí – Ecuador.

    Ana Cristina de la Torre, Marzo 21, 2021

  • ¿Qué representa el Año Nuevo?

    ¿Qué representa el Año Nuevo?

    Una maravillosa posibilidad de autoevaluarnos y plantear nuevos objetivos o mantener los que ya tenemos. Dar gracias por todo lo recibido y reflexionar sobre los aprendizajes obtenidos.  Tomar la decisión de caminar hacia ese norte trazado en los diferentes aspectos de nuestra vida, con pequeños pasos que nos acerquen a ello.

    El primer día del 2021, siguiendo una tradición personal y familiar, logré conectarme con la naturaleza. En esta ocasión a 4000 m de altura en el Pasochoa, montaña de la sierra del Ecuador. Maravillosa oportunidad para sentir la creación en su máximo esplendor: el viento frío en las mejillas, el aire ligero en cada respiración, el sonido de las aves que cruzan por los cielos o del agua bajando por las acequias naturales; el poder observar la vegetación con hojas tan pequeñas por la altura, y sin embargo, flores que se abren camino dejándonos maravillados por sus colores y formas especiales, imponentes entre los pajonales mostrando su capacidad de sobrevivir, y simplemente de estar; esperando a ser descubiertas y de seguir transmitiendo esa energía positiva y esa luz.

    Cardo negro, Cirsium vulgare, Ana de la Torre, Pasochoa – Ecuador

    Una experiencia que me permitió aplicar el concepto de Mindfulness – el estar 100% presente en el momento, tener conciencia plena de lo que estoy haciendo, observando, sintiendo, escuchando – y que se convirtió en  un primer objetivo planteado para este 2021. Puede resultar complejo el aplicar la “conciencia plena”, sin embargo, en pequeñas situaciones diarias podemos ponerlo en práctica, empezando por algo tan sencillo como prestar toda mi atención cuando alguien me está hablando, esto es física, mental y emocionalmente. Ese pequeño acto puede significar una gran diferencia y derivar en resultados inesperados y muy gratificantes.

    ¿Cómo cambiarían las decisiones si todos escucháramos con el corazón? Sin tener una respuesta pre-fabricada antes que la otra persona haya terminado su idea sino concentrándonos realmente en eso que estamos escuchando.

    Los animo a leer sobre este concepto tan importante en este mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo y quien sabe, a usarlo en el día a día. De seguro es un objetivo que vale la pena ponerlo en práctica, e irlo conquistando poquito a poco. 

    Ana Cristina de la Torre, 07 de enero de 2021.

    Arete de Inca, Pasochoa – Ecuador, A. de la Torre
  • Reflexiones 2020

    Reflexiones 2020

    Estamos a punto de cerrar el año 2020, un año que ha representado un hito para la humanidad, donde todo el mundo se ha visto inmerso en un aislamiento social, donde para poder salir tenemos que usar medidas de bioseguridad como el uso de mascarillas, el distanciamiento y la desinfección permanente de manos, donde toda la industria del turismo se vio afectada al dejar de recibir visitantes por esta misma causa, donde miles de personas han pasado a otra vida y otras miles nos hemos quedado observando lo ocurrido, donde las brechas existentes se han abierto aún más y el resultado final de este virus COVID 19 tendrá sus efectos a nivel mundial, no solo a nivel socio-económico sino a nivel de la salud física y psicológica, pues muchas personas obligadas a aislarse no estaban preparadas para ello. Un año lleno de sensaciones y emociones diferentes que nos ha llevado a replantearnos la forma de hacer las cosas, que nos ha demostrado que podemos vivir diferente. Un año que nos ha enseñado el verdadero concepto de la resiliencia y que nos ha permitido ver cómo la naturaleza tiene esa capacidad de recuperación. Tan pronto la humanidad le dio espacio a la naturaleza, la vida silvestre se acercó y estuvo en lugares nunca vistos demostrando que sin la intervención nuestra puede llegar a ser lo que fue. 

    Recientemente leí la frase:

    “Estamos en la misma tormenta pero no en el mismo barco”.

    Me identifiqué inmediatamente y aunque ésta fue escrita antes de la pandemia para reflejar la crisis ambiental, social y económica, me parece que se ajusta perfectamente a lo que estamos viviendo ahora. Aun cuando esta crisis se encuentra afectando a toda la humanidad, cada persona se ha visto tocada de manera diferente. En mi caso, siento que mi barco está saliendo a flote, y no solo eso, se me dio la oportunidad de restaurarlo y prepararlo. Me permitió descubrir cómo manejarlo teniendo claro su curso y sabiendo que esta tormenta puede prolongarse. Me permitió comprender que si cuido de su interior el barco no se verá afectado; y, que el andar por aguas salvajes nos generará nuevas enseñanzas para poder mantener el rumbo y de ser necesario, marcar uno nuevo. He comprendido que no podemos controlar todo aquello que sucede; mas si, nuestras respuestas a dichos acontecimientos. 

    Hace ya nueve meses, casi al inicio del aislamiento social, tuve la primera oportunidad de hacer una lista de todo aquello de lo que debía estar agradecida. Ya estábamos encerrados y no precisamente en nuestra casa, pues la pandemia nos obligó a quedarnos en otra ciudad por dos meses sin aviso previo. En ese momento tuve dos opciones: la primera quejarme y preguntarme el porqué de esta situación- posiblemente esto me hubiese llevado a una cadena de pensamientos negativos que hubiesen derivado en más hechos negativos; la segunda, descubrir lo positivo en este hecho- definitivamente el tener junto a mí a toda la familia marcó la diferencia, y luego el tomar la decisión de iniciar un nuevo camino de aprendizaje, de aceptar nuevos desafíos, de permitirme vivir el momento y encontrar la magia en ello. Así comenzó una serie de nuevos descubrimientos para todos nosotros.

    Ya les contaré cada una de estas aventuras y los aprendizajes resultantes. Por ahora, el dar este primer paso y compartir por primera vez con ustedes mis pensamientos en lugar de dejarlos en mi cuaderno personal forma parte de este nuevo camino de transformación hacia lo que años atrás descubrimos junto con mi esposo como nuestra misión familiar y que después de este año lleno de aprendizajes la ratificamos como: “Ser portadores de luz y alegría”. 

    De todo corazón deseo que puedan contar todas esas bendiciones recibidas en el 2020 y que puedan enfocar su energía, su amor y su luz en ello, pues estoy convencida que ese es el camino hacia la transformación y el crecimiento personal. Que el 2020, nos lleve a repensar nuestro actuar, nuestra forma de relacionarnos con los demás, nuestra forma de sentir y sobre todo, que nos permita identificar todas esas enseñanzas y aprendizajes que seguro marcará un hito para la vida de muchas personas.

    A través de éste y los próximos escritos, espero poder de alguna manera topar sus corazones para que puedan encontrar esa luz y mantenerla encendida, sabiendo que ¡la magia consiste en estar presente en el ahora! 

    Ana Cristina de la Torre, 27 de diciembre de 2020